Las plantas convierten la energía del sol en azúcar, sustentando toda la vida. Pero las plantas contienen muchos tipos de azúcares: mono, di, tri, oligosacáridos, alcoholes de azúcar y azúcares unidos a hormonas, y cada uno juega un papel único en la vida de la planta.
Por ejemplo, ciertos azúcares, principalmente di y trisacáridos, son un componente clave de la tolerancia al estrés. Ayudan a las semillas a sobrevivir a un secado extremo (importante en los bancos de semillas) y se acumulan en los cogollos mientras se preparan para el frío del invierno.
De manera similar, los protocolos de criopreservación incluyen altos niveles del disacárido sacarosa en las soluciones crioprotectoras para proteger los tejidos vegetales durante la congelación en nitrógeno líquido. Pero ¿qué pasa con los azúcares reales dentro de las puntas de los brotes que intentamos criopreservar? ¿Influyen en la supervivencia del tejido?
Para responder a esa pregunta, se enviaron múltiples muestras de 13 tipos de tejido de 9 especies de la colección in vitro de CREW al laboratorio del Centro de Metabolómica de Ciencias Agrícolas y de la Vida (CALM) de la Universidad de Kentucky para medir 11 concentraciones de azúcar diferentes. Las muestras incluyeron tejidos que crecieron de manera anormal en cultivo, provenían de diversos hábitats y/o exhibieron una supervivencia variada después de la criopreservación.
Entre los resultados, el roble de Hinckley, que no sobrevive bien a la criopreservación, tenía niveles mucho más altos de sorbosa, fructosa, glucosa (todos monosacáridos) y mioinositol (un alcohol de azúcar) que los cultivos de roble vivo, que sí sobreviven. Por tanto, la proporción de di y trisacáridos puede ser clave para la supervivencia.
Estos interesantes resultados forman la base de los futuros estudios sobre plantas de azúcar que la División de Plantas de CREW ha planificado. Al observar el interior de los tejidos, esperamos tener una idea más clara de por qué algunas especies sobreviven a la criopreservación, mientras que otras no. (Este trabajo fue financiado con una subvención de la Fundación Basis).