El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, voló ayer, domingo 3 de octubre, de regreso a la isla canaria de La Palma, prometiendo un paquete de recuperación para la maltrecha isla.
Su visita, la tercera desde que el volcán entró en erupción hace dos semanas, se produce sin tregua ante las erupciones que se avecinan, que siguen arrojando lava fundida y espesas nubes de cenizas tóxicas.
Hasta ahora, los flujos de lava de la cordillera del volcán Cumbre Vieja han destruido más de 900 edificios y obligado a más de 7.000 personas a huir de sus hogares, muchas de ellas con minutos de sobra mientras la lava envolvió a sus comunidades. La lava ha consumido ya unas 400 hectáreas de tierra.
Los residentes evacuados están alojados en refugios de emergencia y centros deportivos en toda la isla.
Muchos de los 85.000 residentes restantes enfrentan restricciones de movimiento y perturbaciones en su vida diaria.
A su llegada ayer al aeropuerto de la isla, Sánchez anunció un paquete de reconstrucción de 206 millones de euros que complementará los ya 10,5 millones de euros anunciado para recibir ayuda de emergencia.
Dijo a los trabajadores de emergencia que el dinero se utilizará para reconstruir infraestructura crucial, destruida por las erupciones, incluidas carreteras, sistemas de riego y edificios.
“Estamos ante una prueba de resistencia, porque no sabemos cuándo terminará la erupción del volcán”, afirmó Sánchez. «Pero los ciudadanos deben saber que cuando termine, el gobierno de España estará allí para ayudar con la enorme tarea de reconstruir La Palma y ofrecer un horizonte de prosperidad».
El dirigente regional de Canarias, Ángel Víctor Torres, dijo que el volcán ha liberado hasta el momento 80 millones de metros cúbicos de lava, lo que, según señaló, es el doble de la cantidad que se liberó durante la última erupción de 1971, que se prolongó durante más de un mes.
La colada de lava ha destruido todo a su paso y ahora desemboca directamente en el océano Atlántico, a unos 6 kilómetros del volcán, donde ha creado una península de 28 hectáreas que sigue creciendo.
A pesar de las continuas erupciones y los daños a la propiedad, no se han reportado víctimas.
