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En un estudio innovador, investigadores del Instituto George para la Salud Global y el Imperial College de Londres han desvelado un arma poderosa en la lucha contra el cambio climático: simples intercambios de alimentos.

Estos ajustes aparentemente menores en nuestras elecciones dietéticas podrían reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero y al mismo tiempo mantener la salud general de los alimentos.

A medida que los consumidores se vuelven cada vez más conscientes del impacto ambiental de sus elecciones de alimentos, este estudio proporciona información práctica que puede empoderar a las personas para marcar una diferencia positiva.

La ciencia detrás de los swaps

(Foto: JOEL SAGET/AFP vía Getty Images)

Cambiar productos similares

El estudio analizó datos de más de 7.000 hogares australianosevaluando meticulosamente el impacto ambiental de sus compras de comestibles.

Los resultados fueron reveladores: aproximadamente 31 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) fueron atribuibles a productos consumidos en el hogar en 2019.

¿Los principales contribuyentes? ‘Carne y productos cárnicos’ (49%), ‘lácteos’ (17%) y ‘bebidas no alcohólicas’ (16%).

Pero aquí está la parte interesante: al cambiar productos con mayores emisiones por alternativas muy similares y con menores emisiones, podríamos reducir las emisiones totales en un 26%.

¡Imagínese sacar de circulación más de 1,9 millones de coches! Estos cambios, dentro de las mismas subcategorías de alimentos, no comprometen la salubridad de los alimentos.

De hecho, provocan una ligera reducción en la proporción de alimentos ultraprocesados ​​comprados, un resultado positivo para la salud en general.

Yendo más allá de lo básico

Si bien los pequeños intercambios tienen un impacto significativo, cambios más sustanciales pueden impulsar la reducción aún más. Considere cambiar esa lasaña de carne congelada por una deliciosa opción vegetariana.

¿El potencial de reducción? 71%.

Estos cambios más importantes requieren un cambio de mentalidad y la voluntad de explorar nuevos horizontes culinarios. Pero las recompensas son inmensas: un planeta más saludable y una persona más saludable.

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Empoderar a los consumidores: el papel del etiquetado en los envases

El conocimiento es poder

Para que estos intercambios se hagan realidad, necesitamos consumidores informados. Imagínese pasear por los pasillos del supermercado armado con conocimientos sobre el impacto ambiental de cada producto.

Ahí es donde entra en juego el etiquetado en los envases. Al proporcionar información clara sobre las emisiones de gases de efecto invernadero de cada alimento envasado, empoderamos a los compradores para que tomen decisiones conscientes.

El Reino Unido, Australia y Estados Unidos, todos ellos países de altos ingresos. se beneficiarán de este enfoque.

Una situación de ganar-ganar

La autora principal del estudio, la Dra. Allison Gaines, enfatiza que estos intercambios no comprometen la salud de los alimentos. De hecho, alientan un alejamiento de los alimentos ultraprocesados.

Entonces, la próxima vez que busques esa lasaña o ese cartón de leche, considera el impacto. Su pequeña elección podría repercutir en el sistema alimentario mundial, empujándolo hacia la sostenibilidad.

Y recuerde, no se trata de cambios drásticos en el estilo de vida; se trata de esos movimientos de un pie por encima en el supermercado que suman un impacto significativo.

Algunos intercambios de alimentos específicos que pueden reducir los gases de efecto invernadero

Carne de res a pollo o alternativas a base de plantas:

Cambiar la carne de res por pollo o alternativas a base de plantas reduce significativamente la huella de carbono. El pollo tiene un impacto ambiental menor en comparación con la carne de res debido a las diferencias en la eficiencia alimenticia y las emisiones de metano.

Las fuentes de proteínas de origen vegetal, como las lentejas, los garbanzos o el tofu, son opciones aún mejores. Tienen emisiones mínimas de gases de efecto invernadero y proporcionan nutrientes esenciales.

Leche láctea a leche de origen vegetal:

Reemplace la leche de vaca con alternativas de origen vegetal como leche de almendras, leche de avena o leche de soja. Estas opciones tienen un menor impacto ambiental y son ricas en vitaminas y minerales.

La leche de almendras, por ejemplo, produce menos emisiones y requiere menos agua en comparación con la leche de vaca tradicional.

Desde snacks procesados ​​hasta frutas enteras y frutos secos:

En lugar de recurrir a snacks ultraprocesados, opta por frutas enteras (como manzanas, plátanos o naranjas) y frutos secos (como almendras o nueces).

Los alimentos integrales tienen una menor huella de carbono y proporcionan nutrientes esenciales, fibra y antioxidantes.

Lasaña de carne congelada a lasaña vegetariana:

Considere cambiar esa lasaña de carne congelada por una deliciosa versión vegetariana. Al hacerlo, reduce las emisiones asociadas con la producción de carne.

Lasaña vegetariana hecha con capas de vegetales, pasta integral y queso de origen vegetal no solo es ecológica sino también saludable para el corazón.

Refrescos carbonatados con agua o infusiones:

Los refrescos carbonatados contribuyen a las emisiones debido a su producción y transporte. Opte por agua o infusiones de hierbas.

Las infusiones de hierbas, como la manzanilla o el té verde, tienen beneficios para la salud y una huella de carbono insignificante.

Mientras navegamos por la compleja red de producción, distribución y consumo de alimentos, abracemos el poder de los simples intercambios.

Al tomar decisiones informadas, podemos reducir colectivamente nuestra huella de carbono y crear un planeta más saludable para las generaciones venideras.

Entonces, ya sea un burrito de pollo en lugar de carne de res o leche de almendras en lugar de leche de vaca, cada decisión importa. Comamos bien, de forma sostenible y con un propósito.

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Por automata