Mientras lees esta frase, un ejército de células patrulla tu cerebro. Estos soldados se deslizan entre las neuronas, utilizando sus desgarbados apéndices para buscar amenazas. Si uno de ellos detecta un patógeno o una lesión, entra en acción. Se hincha y desciende en un ataque voraz, liberando sustancias químicas que indican a sus camaradas que se unan a la lucha.
Estas células inmunitarias especializadas, conocidas como microglia, son los principales defensores de nuestro cerebro. Nos protegen de los invasores, eliminan los desechos y mantienen las conexiones entre las neuronas para garantizar que el cerebro se mantenga en óptimas condiciones.
Sin embargo, a pesar de su vigilancia, las microglias a veces pueden participar en el fuego amigo, y cada vez hay más pruebas de que pueden ser las responsables de algunas de las enfermedades más intratables del cerebro, como el Alzheimer y la depresión. Si ese es el caso, atacar a nuestros defensores rebeldes (o incluso reemplazarlos por tropas rejuvenecidas) puede conducir al desarrollo de nuevas y emocionantes terapias.
La microglía fue descubierta en 1919 por neurocientífico Pío del Río HortegaMientras experimentaba con nuevas formas de teñir el tejido cerebral, se topó con estas nuevas células y las bautizó con el nombre de las antiguas palabras griegas para “pequeño” y “pegamento”.
Esta resultó ser una descripción poco adecuada. Aparte de su apariencia irregular, las microglias tienen pocas cualidades similares a las del pegamento. En cambio, son algunas de las células más dinámicas del cuerpo, que recorren el cerebro con proyecciones delgadas y similares a tentáculos que se expanden y se retraen en respuesta a los cambios en su entorno.
Cómo funciona la microglia
La microglía es una forma de macrófago, un tipo de célula inmunitaria cuyas funciones…