Estos días muchos políticos populares recuerdan la tumultuosa historia del partido en la Comunitat Valenciana. Parece que los conservadores no consiguen encadenar cinco años de paz interna. La última versión ofrecida por Carlos Mazón para explicar su actuación el día de la DANA ha dilapidado el relato político, mantenido hasta ahora, de que se quería poner “al frente de la reconstrucción” y ha dejado a las claras su voluntad de intentar blindarse judicialmente: el presidente autonómico se ha volcado en defender esta semana que él no participó en el órgano que gestionaba la emergencia (CECOPI) y que no tuvo que ver nada con el momento en el que se envió el SMS para alertar a la población. Según la jueza que está investigando el caso, ese mensaje fue “tardío” y “erróneo” y la magistrada está solicitando informes a varias instituciones y organismos para averiguar si el número de muertos habría sido menor si el Gobierno autonómico hubiera actuado de otra manera.
Al analizar qué posibilidades tiene Alberto Núñez Feijóo para marcar distancias con Mazón, algunos veteranos del partido consideran que lo más beneficioso para el PP sería llegar a un acuerdo entre ambos. Evocan el pacto de salida de Francisco Camps, salpicado por el ‘caso Gürtel’, aunque en ese caso Mariano Rajoy disponía de un hecho claro con el que presionar: Camps fue procesado el 15 de julio de 2011 por cohecho pasivo impropio por la ‘causa de los trajes’. Génova y Camps negociaron y, cinco días más tarde, el ‘president’, que acababa de ganar por tercera vez las elecciones con mayoría absoluta, dimitió de sus cargos al frente de la Generalitat y de la presidencia del PP valenciano. Rajoy fue el encargado de elegir al sustituto: Alberto Fabra.
Camps se despidió con un discurso en el que dijo que ofrecía su “sacrificio personal” por el bien de la Comunitat Valenciana, de España y del PP. Dijo que no quería “ser ni el más mínimo obstáculo” para que Rajoy se convirtiera en presidente del Gobierno. Acabó ocurriendo: el gallego ganó las generales cuatro meses después por mayoría absoluta.
Mazón ha demostrado estos días que se siente bajo la lupa judicial, al estar una jueza de Catarroja investigando la gestión de la dana y los “homicidios por imprudencia grave”, pero el ‘president’ no está procesado, al menos por ahora. Feijóo decidió en noviembre darle su apoyo y no pedirle la dimisión porque, después de un debate en la cúpula, concluyó que era mejor para las siglas del PP: si hubiera impulsado su cese habría supuesto reconocer que la culpa del impacto mortal de la DANA había sido de Mazón. El lema de que “el PP es el partido de la gestión” habría quedado hecho trizas.
Ese cálculo político, admitido esta semana por Feijóo en Telecinco («El PP tomará la decisión más oportuna porque nos interesa gobernar Valencia», afirmó), puede pasarle factura. De hecho, entre la docena de altos cargos del partido consultados para este análisis, una inmensa mayoría considera que, en estos momentos, Mazón es la principal amenaza para el futuro de Feijóo, porque está dañando la imagen del PP en una comunidad que es uno de los graneros de votos del partido siempre que llega a la Moncloa. Ahora no hay generales a la vista, como sí las había en 2011, pero Sánchez podría aprovechar cualquier patinazo del PP con este caso para adelantarlas, advierten algunos en el partido.
El líder del PP no puede sacar a Mazón del Gobierno y solo tiene margen para retirarle la presidencia del partido en la Comunitat Valenciana. Feijóo lo tendría que hacer instaurando una gestora, un órgano de transición con otro dirigente al frente que dirigiera el partido en la comunidad pero, pese a ese mensaje desautorizándole desde Madrid, Mazón podría decidir seguir de ‘president’ de la Generalitat si quisiera.
Si le presionan mucho, Mazón podría apretar el botón de las elecciones autonómicas. Sería morir matando
Si Feijóo optara por la gestora (algo que Génova dijo el jueves que descarta), evidenciaría su divorcio del político alicantino, pero Mazón podría agarrarse al cargo presidencial y se podría ver como una falta de autoridad interna del máximo líder del PP.
Las presiones mal gestionadas pueden volverse en contra y Mazón también tiene un botón del pánico, que es convocar elecciones autonómicas: supondría morir matando. Él no sería cabeza de cartel (eso sí que lo decide Feijóo) y perdería el acta, pero el partido y su sucesor o sucesora iría a las urnas en una situación delicadísima. Según publicó este viernes ‘Artículo 14’, el entorno del ‘president’ está haciendo saber que no descartan apretarlo si las cosas se tuercen. No hay solución fácil para Feijóo. Ni ahora ni dentro de una semana, pero lo de Mazón, si se mantiene la tendencia, siempre puede ir a peor.