Es un momento extraño en la historia creativa. No hace mucho, la idea de una máquina escribiendo una campaña de marketing completa sonaba como sacada de una novela de Philip K. Dick.
Sin embargo, aquí estamos: las herramientas de redacción publicitaria de IA presentan, persuaden y personalizan más rápido que cualquier ser humano.
Y según un artículo reciente en Medium, estamos presenciando una revolución silenciosa en la forma en que se crean, venden y comparten las palabras.
La cuestión es que no se trata sólo de las herramientas, sino de cómo se utilizan. Las empresas que alguna vez pelearon por lemas ahora compiten por datos de capacitación.
Los equipos de marketing han intercambiado sesiones de lluvia de ideas por ingeniería rápida, utilizando modelos como GPT-5 de OpenAI y Claude 3 de Anthropic para generar miles de variaciones de textos publicitarios en segundos.
En Fortune, los líderes de la industria ya están llamando al contenido impulsado por IA “la nueva voz de la personalización”.
Pero el auge de estas plataformas (Jasper, Writesonic, Copy.ai, por nombrar algunas) plantea algunas preguntas difíciles.
Cuando el tono de su marca proviene de un modelo entrenado en mil millones de publicaciones en línea, ¿de quién es realmente la voz?
Hablé con una directora creativa que confesó que todavía reescribe cada eslogan redactado por IA porque, en sus palabras, “el alma se pierde en algún lugar entre el conjunto de datos y la fecha límite”.
Y ella no está sola. Como destacó recientemente Marketing Brew, cada vez más agencias están contratando “editores de inteligencia artificial” para humanizar el contenido escrito por máquina, una ironía que parece casi poética.
Aún así, no puedes ignorar la magia práctica. Un solo redactor de IA ahora puede manejar campañas que antes requerían un equipo de cinco.
Herramientas como Jasper han integrado comentarios de SEO en tiempo real y HubSpot informa un aumento mensurable en la participación en el contenido asistido por IA.
Algunos especialistas en marketing incluso afirman que sus tasas de clics aumentaron un 25% después de usar titulares generados por IA, aunque nadie parece completamente seguro de por qué funcionan. Quizás sea el ritmo. Quizás sea la aleatoriedad.
Por supuesto, también hay un trasfondo más oscuro. Como señaló TechCrunch la semana pasada, la línea entre “automatización inteligente” y “manipulación sintética” se está volviendo borrosa.
Cuando los algoritmos aprenden a imitar la empatía, cabe preguntarse: ¿estamos siendo persuadidos o programados?
Sin embargo, a pesar de todos sus defectos, la redacción publicitaria con IA parece inevitable. Es más barato, más rápido, infinitamente escalable y, a veces, sorprendentemente poético.
Pero no puedo evitar la sensación de que las mejores campañas futuras surgirán de la colaboración, no del reemplazo.
Las máquinas pueden redactar, editar y optimizar; los humanos pueden sentir, notar y dudar. Y esa tensión (el confuso e imperfecto vaivén entre el instinto humano y la precisión de las máquinas) podría ser el ingrediente secreto que mantiene viva la creatividad.