No hay nada peor que arrastrar el trasero hasta el gimnasio y salir sintiéndote un poco, bueno, desanimado. A veces, llegas sintiéndote con energía y listo para empezar, pero sientes que tu entrenamiento fue más «meh» que «claro que sí».
Seamos realistas, todos hemos pasado por eso. Cada vez que levantas un peso, sientes que llevas (literalmente) el peso del mundo sobre tus hombros y solo quieres volver a casa y relajarte.
Sin embargo, ¡es hora de dejar atrás ese entrenamiento de mierda! Aquí te contamos cómo salir de ese bajón y volver a sentirte lo mejor posible.
Primero, reconoce por qué

A veces, la vida simplemente se interpone en nuestro camino. Pueden ser fluctuaciones hormonales, cambios en la dieta, factores relacionados con el sueño, quién sabe, pero sucede y es totalmente normal.
Naturalmente, tu cuerpo va a responder a estos cambios. Esto también significa que no siempre te favorecerá. A veces te despertarás con mucha energía y listo para arrasar en el gimnasio, y otras veces no.
El caso es que, aunque algunos de estos factores pueden estar fuera de tu control, hay algo que puedes hacer: dar lo mejor de ti. Intenta darlo todo, y si a veces das el 70 % y a veces el 100 %, no hay problema.
Ahora bien, además de darlo todo, ¿qué más puedes hacer para luchar contra esos malos días de entrenamiento?
1. Establece una intención diaria sin expectativas
Es fácil sentir que hemos «fracasado» cuando no hemos alcanzado nuestras metas. Por lo tanto, la forma más fácil de evitarlo es evitar pensar en el día lleno de metas y, en su lugar, establecer intenciones. Establecer intenciones nos permite mantenernos abiertos y adaptables.
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No tengas miedo de escribir tu intención diaria en un papel y llévalo contigo. A lo largo del día, puedes consultarlo para centrarte. Si tu intención diaria es dar lo mejor de ti, lo lograrás sin dudarlo.
2. Contacta a un amigo en quien confíes

Todos necesitamos gente buena a nuestro alrededor. Cuando sientas que estás esforzándote al máximo y, sin embargo, tu entrenamiento sigue pareciendo un poco malo, intenta hablar con un amigo de confianza.
Hablar con alguien que comprende cómo te sientes puede ayudarte a hablar de las cosas y darte cuenta de que realmente estás haciendo lo mejor que puedes. ¡Busca a ese amigo que te dé fuerzas y te haga sentir empoderado!
3. Encuentra un compañero de entrenamiento
Todos tenemos nuestros días malos, cuando lo último que queremos hacer es hacer ejercicio. Pero tener un amigo con quien hacer ejercicio y al que rendir cuentas puede ayudarnos mucho a mantenernos motivados.
Asegúrate de preguntarle a un amigo que sea comprensivo, así cuando ambos no se sientan súper motivados, ¡podrán establecer intenciones juntos y aun así desarrollar su potencial!
4. Practica la gratitud
Es fácil caer en la trampa de pensar negativamente sobre algunos aspectos de nuestra vida, incluida la actividad física. Sin embargo, la gratitud es tan poderosa que, si la practicamos, podemos entrenar nuestro cerebro para que busque lo positivo.
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Una manera fácil de empezar es llevar un diario o incluso crear una cuenta de Instagram adaptada a tus intenciones. Luego, puedes usarla como un lugar para resaltar tus pensamientos de agradecimiento, de modo que puedas procesar esos días no tan buenos y aun así sentirte productivo.
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