El 8 de noviembre de 2017, Units per Avançar, partido fundado tras la extinción de Unió Democràtica, anunciaba que se aliaba con el PSC para presentarse a las elecciones catalanas. Un tándem inédito fraguado al calor de los meses más convulsos del ‘procés’ que, justo siete años después, es robusto y permite a Ramon Espadaler, secretario general de los democristianos y conseller de Justícia, presumir de estar liderando en estos momentos un partido con poder pese a su pequeño tamaño. Es pieza clave en el Govern de la Generalitat y también en el del Ayuntamiento de Barcelona. Tras alcanzar la Generalitat, Units se reorganiza este fin de semana en su tercera convención con el objetivo de reafirmar la estrategia de influencia de la mano de los socialistas tejida hasta ahora y trazar la senda para arraigar en algunos puntos del territorio pensando en las municipales de 2027.
Espadaler, que tiene más de tres décadas de trayectoria política y que fue conseller tanto en la época de Jordi Pujol como president como en la de Artur Mas, es ahora pieza consolidada del Govern de Salvador Illa y continuará liderando Units con Helena Isábal a la presidencia. «Somos un partido de gobierno», defiende quien fuera escudero de Josep Antoni Duran i Lleida. De hecho, ante su congreso ponen énfasis en que en estos momentos están al mando de la conselleria de Justícia i Qualitat Democràtica, del que dependen áreas como prisiones, asuntos religiosos, memoria o despliegue del código civil catalán, todas ellas clave para un espacio que se define como moderado, catalanista y democristiano.
Los cambios en la dirección
Además, Xavier Güell, hasta ahora al frente de organización del partido y que pasará a ser vicepresidente de Units, es director general de Centres Concertats i Privats de la Generalitat, otra carpeta en la que tienen especial interés. Y a todo ello se suma que Albert Batlle es desde hace cinco años teniente de alcalde de seguridad en el gobierno municipal de Jaume Collboni en Barcelona. Las otras dos novedades a nivel orgánico es que el diputado en el Parlament Guillem Mateo se hará cargo de la secretaría de organización, en substitución de Güell, y que se incorpora Carlos Losada como presidente del consejo nacional.
Entre adheridos y simpatizantes, Units cuenta con medio millar de personas. Tienen una alcaldía, la de la Pobla de Mafumet, comarca del Tarragonès, con la particularidad de que allí tienen mayoría absoluta y el PSC está en la oposición. Con la nueva cúpula se proponen ir ganando terreno, especialmente en el área de Lleida y Tarragona -más difícil ven Girona-, pero sin fijarse metas que no puedan alcanzar. Su partida está más en la de la influencia que en la presencia cuantitativa. «Es más importante la coherencia y la fiabilidad», defiende Espadaler en declaraciones a EL PERIÓDICO.
Juntos pero no revueltos con el PSC
En Units no olvidan a los que, procedentes de la órbita de Convergència y Unió, no les auguraban mucho futuro cuando echaron a andar en coalición con el PSC. Algunos de ellos se quedaron por el camino con otros intentos fallidos; y otros están integrados en Junts, como es el caso de Antoni Castellà, hombre fuerte de Carles Puigdemont tras la fusión de Demòcrates. El partido de Espadaler no tiene en su hoja de ruta integrarse en el PSC, sino la colaboración «leal y fructífera». De discrepancias, aseguran, las hay. «Venimos de escuderías distintas», ironizan. Pero esas diferencias están perimetradas y por ello tienen pactado la libertad de voto en determinados asuntos en el Parlament. Sin embargo, si transitan juntos pero no revueltos es porque priman las «franjas importantes de coincidencia» tanto en el ámbito del catalanismo como en la defensa de una «economía social de mercado».
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De hecho, el camino compartido con el PSC fue posible, admite el conseller, porque ambos compartían que la independencia no tenía que entenderse como la «culminación» del catalanismo y que este podía centrarse en la defensa de un mayor autogobierno, como trata ahora de hacer el Govern con la aspiración de la financiación singular. En el pacto con el president Illa -que se define como cristiano humanista- se sienten «cómodos» y aseguran tener también «voz propia», así como «influencia». Así que en la convención proclamarán larga vida a la alianza.