Una variedad de bacterias, hongos y virus viven en las nubes sobre la superficie de la Tierra.
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Se han medido por primera vez los colores de los microbios que viven en las nubes en lo alto del cielo, dando a los científicos pistas que podrían ayudarnos a encontrar vida en otros planetas.
Se ha encontrado una amplia gama de microorganismos que viven en lo alto de la atmósfera terrestre en concentraciones de hasta 100.000 microbios por metro cúbico, y se sabe que desempeñan un papel en la formación de nubes.
Estos organismos producen pigmentos para protegerse de la fuerte luz ultravioleta en altitudes extremas.
Si existen formas de vida similares en el aire en la atmósfera de otros planetas, podríamos detectarlas desde lejos analizando las longitudes de onda, o espectros, de la luz que reflejan esos planetas, dice Ligia Coelho de la Universidad de Cornell en el estado de Nueva York.
“Los biopigmentos son una firma biológica poderosa y sorprendentemente universal”, dice Coelho. “Dado que los rayos UV son un factor estresante universal para la vida en cualquier planeta con una estrella, es posible que los pigmentos reflectantes que cumplen la misma función también puedan evolucionar en otros lugares”.
Para aprender más sobre los colores de los microbios transportados por el aire en la Tierra, Coelho cultivó microbios recolectados por Brent Christner de la Universidad de Florida y sus colegas. El equipo de Christner utilizó un globo de helio para capturar los microbios en varillas adhesivas entre 3 y 38 kilómetros sobre la superficie de la Tierra.
Luego, el equipo de Coelho midió los espectros de reflectancia de los compuestos coloreados producidos por los microbios. Generaron una gama de colores amarillo, naranja y rosa, creados por pigmentos carotenoides como el betacaroteno, que también se encuentra en las zanahorias.
Finalmente, el equipo modeló cómo estos espectros variarían en mundos con diferentes condiciones ambientales, como planetas más húmedos o más secos.
“Por primera vez, ahora contamos con espectros de reflectancia reales de microorganismos pigmentados de la atmósfera que pueden usarse como datos de referencia para modelar y detectar vida en las nubes”, dice Coelho.
Los astrónomos ya están buscando evidencia de vida fuera de nuestro sistema solar analizando la luz reflejada por los planetas. Esto puede revelar firmas químicas de gases en la atmósfera, como oxígeno y metano, que podrían ser producidos por organismos vivos, o signos de vida en la superficie, como la clorofila verde producida por la vegetación o los microbios.
Hasta ahora, las nubes que envuelven a los exoplanetas se han considerado un obstáculo porque oscurecen las biofirmas tanto atmosféricas como a nivel de la superficie.
“Nuestras simulaciones planetarias muestran que si las nubes de un planeta tuvieran altas concentraciones de estos microorganismos, sus espectros potencialmente cambiarían de manera detectable”, dice Coelho.
Los futuros telescopios espaciales, como el Observatorio de Mundos Habitables propuesto por la NASA, podrían mejorar nuestra capacidad de buscar vida en otros sistemas estelares.
Sin embargo, incluso con instrumentos más avanzados, las concentraciones de microbios en el aire tendrían que ser muy altas para que pudiéramos detectarlos a distancias tan grandes. “Las concentraciones de estos microorganismos en la atmósfera terrestre están muy por debajo de los umbrales de detección actuales”, dice Coelho.
“Según la resolución esperada para el Observatorio de Mundos Habitables de la NASA, el que modelamos en este estudio, necesitaríamos densidades de células microbianas comparables a las que se encuentran en la proliferación de algas oceánicas, que de hecho son detectables desde el espacio”.
Clare Fletcher, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, Australia, dice que podría resultar útil buscar los carotenoides producidos por los microbios estratosféricos, así como la clorofila producida por las plantas. “Sin embargo, se supone que la vida en estos exoplanetas sería similar a la vida en la Tierra, lo que puede no ser el caso”, afirma.
Peter Tuthill, de la Universidad de Sydney (Australia), se muestra escéptico de que las biofirmas estratosféricas identificadas por el estudio sean útiles en la búsqueda de vida en otros planetas. “Me alegro de no tener que diseñar el instrumento para detectar esa biofirma entre el ruido a una distancia de 20 pársecs”, afirma.
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