Mejillones, un pequeño pueblo en el norte de Chile, es una paradoja de belleza natural y contaminación industrial. Las aguas verde esmeralda y las arenas blancas pintan una imagen del paraíso.
Sin embargo, este sereno paisaje se ve empañado por la ominosa presencia de plantas alimentadas con carbón que son centinelas de la contaminación. La ciudad es una de las cinco «zonas de sacrificio» del país, donde los residentes viven sumidos en la contaminación.
La transición hacia fuentes de energía más limpias ha comenzado en Chile, con compromisos de cerrar 28 unidades de centrales eléctricas alimentadas con carbón para 2040. Ya se han cerrado nueve. Sin embargo, las cicatrices dejadas por años de producción de carbón todavía son evidentes en lugares como Mejillones.
La doble existencia de Mejillones
Mejillones Está ubicado en el desierto de Atacama, uno de los lugares más secos de la Tierra. La ciudad depende del mar para su sustento, ya que la pesca es su principal actividad económica.
Sin embargo, el mar también plantea desafíos, ya que la ciudad está expuesta a frecuentes tormentas y tsunamis.
La historia del pueblo está entrelazada con el desarrollo de la industria minera en Chile. A finales del siglo XIX, Mejillones era un puerto estratégico para la exportación de salitre, ingrediente clave para fertilizantes y explosivos.
Posteriormente, en el siglo XX, la ciudad se convirtió en un centro de transporte de cobre, hierro y carbón.
La industria del carbón trajo prosperidad a Mejillones, pero también contaminación. La ciudad alberga dos centrales eléctricas alimentadas con carbón, que en conjunto producen alrededor del 10% de la electricidad de Chile.
Las plantas emiten grandes cantidades de dióxido de carbono, dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno y partículas, que afectan la calidad del aire y la salud de los residentes.
Según un estudio de la Universidad de Chile, Mejillones tiene los niveles más altos de dióxido de azufre del país, superando en más de 10 veces los estándares de la Organización Mundial de la Salud.
El estudio también encontró que la ciudad tiene una mayor incidencia de enfermedades respiratorias, como asma y bronquitis, que el promedio nacional.
Los vecinos de Mejillones llevan años exigiendo al gobierno que tome medidas para reducir la contaminación y mejorar sus condiciones de vida. Han organizado protestas, peticiones y demandas, pero han visto pocos avances.
El camino hacia la restauración
A pesar de estar rodeados de humos nocivos y fábricas, existe un espíritu de resiliencia entre los residentes de Mejillones. No son observadores pasivos sino participantes activos en su camino hacia la restauración.
Una de las iniciativas que han emprendido es la creación de un red comunitaria de monitoreo ambientalque tiene como objetivo medir y reportar la calidad del aire en la localidad.
La red está formada por voluntarios que utilizan sensores y teléfonos inteligentes de bajo coste para recopilar y compartir datos. Luego, los datos se utilizan para informar al público y presionar a las autoridades para que tomen medidas.
Otra iniciativa que los vecinos han apoyado es el desarrollo de proyectos de energía renovable, como parques solares y eólicos, que podrían sustituir a las plantas de carbón en el futuro.
Chile tiene abundantes recursos naturales para energía limpia y se ha fijado el objetivo de lograr la neutralidad de carbono para 2050. Los residentes de Mejillones esperan que su pueblo pueda ser parte de esta transición y beneficiarse de las oportunidades que podría traer.
Estefanía González, activista de Greenpeace, destaca el importante impacto que ha tenido la producción de electricidad a partir de carbón tanto en la crisis climática como en zonas de sacrificio como Mejillones.
Ella dice que a medida que Chile se aleja del carbón, ciudades como Mejillones enfrentan un futuro incierto pero esperanzador.
Artículo relacionado: Los expertos sugieren convertir plantas de carbón para producir energía geotérmica limpia
© 2024 NatureWorldNews.com Todos los derechos reservados. No reproducir sin permiso.