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Aunque los fiscales han pedido que se desestime el caso, y los expertos legales dicen que no tiene fundamento, su aceptación por parte del poder judicial sacudió a Sánchez, quien el miércoles publicó un carta de cuatro páginas revelando que estaba pensando en renunciar ante el constante flujo de ataques de grupos de derecha contra él y su familia.

Durante su discurso a la nación, Sánchez denunció el tóxico panorama político en España.

«Si aceptamos que la política implica atacar a personas inocentes, no vale la pena», añadió. «No hay honor que justifique el sufrimiento de las personas que más amas».

La amenaza de dimisión provocó una gran cantidad de apoyo a Sánchez por parte de las altas esferas de su Partido Socialista y de miles de seguidores que salieron a las calles este fin de semana. El primer ministro dijo que la muestra pública de apoyo lo había convencido de permanecer en el cargo.

«La campaña de desprestigio dirigida contra mí y mi familia no cesará», afirmó. “Pero podemos arreglárnoslas: lo importante es que queremos agradecerles las muestras de solidaridad recibidas de todos los ámbitos”.

El anuncio de Sánchez concluye un fin de semana de nerviosismo en España, que probablemente habría entrado en una era de incertidumbre política sin precedentes si hubiera dimitido. El líder socialista no tiene un sucesor claro y el líder opositor del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, no tiene el apoyo necesario para formar un gobierno alternativo de derecha.

La dimisión del primer ministro habría dejado al país con un gobierno provisional hasta que se pudiera disolver el parlamento y celebrar nuevas elecciones durante el verano. Ese escenario probablemente habría dejado a España sin una voz fuerte en Bruselas en un momento en el que se están asignando los principales puestos de la UE.