Tres personas y once rapaces ayudan a trabajar cada día para evitar incidentes de este tipo en el aeropuerto de Palma. Para evitar situaciones de tanto riesgo, desde el amanecer hasta el atardecer dos cetreros y un ayudante patrullan los alrededores de las pistas de Son Sant Joan en compañía de aves rapaces. Buscan animales muertos, para que otras aves no se acerquen en su busca. Pocos de ellos sobrevuelan las pistas, demostrando la eficacia de su trabajo.
En todo el mundo, más de 300 personas murieron debido a ataques contra la vida silvestre y casi 300 aviones fueron destruidos entre 1988 y 2021. La mayoría de los impactos (92 por ciento) ocurren a 3500 pies o menos, según la FAA. En algunos casos, los impactos de aves han provocado incluso la caída de aviones. El tipo más común de choque con aves es la ingestión de aves, que ocurre cuando un ave es succionada por un motor. Esto puede dañar las paletas del compresor del motor, lo que puede provocar que el motor falle.
El peor escenario de una colisión entre un avión grande y un grupo de pájaros sería cuando uno o más pájaros sean absorbidos por el motor. Las aspas del ventilador pueden resultar dañadas por el propio pájaro, lo que podría provocar un mal funcionamiento del motor, lo que podría provocar una pérdida crucial de empuje.
Cada año se reportan aproximadamente 21.000 choques con aves, lo que significa que ocurren entre 50 y 60 cada día. Puede parecer mucho, pero en general, los choques con aves no suponen un riesgo significativo. En 31 años, los choques con animales salvajes solo han causado 292 muertes en todo el mundo.