«Catalunya se gobierna más allá de las paredes del Palau de la Generalitat y más allá de la plaza de Sant Jaume», escribió el president de la Generalitat, Salvador Illa, en la carta que el 13 de agosto, el día después de la toma de posesión, se encontraron cada uno de los 16 consellers del nuevo Govern en su despacho. Era una manera de trasladarles que los quería pisando la calle para ganar proximidad y no encerrados en sus respectivos departamentos. Han pasado cuatro meses y medio y la mayoría de componentes del ejecutivo -algunos de ellos son todavía caras poco conocidas en el ámbito político- se han puesto al frente de la gestión de sus áreas con discreción, pero el balance de la instrucción del president se traduce en 850 actividades por todo el territorio, según el recuento al que ha tenido acceso EL PERIÓDICO.
El total de municipios visitados por los consellers es de 152, lo que representa el 16,05% del total -hay 947- y, si se analiza la actividad por comarcas, prácticamente todas -41-, excepto dos -el Moianès y el Lluçanès-, han contado con la presencia de un representante del Govern durante el primer tramo del mandato. La filosofía del ejecutivo de Illa es que no falte la presencia institucional en ningún evento relevante y ante una situación de emergencia, pero también participar de otras actividades menores -como galas, festejos o ferias- que contribuyen al arraigo territorial o que supongan un espaldarazo para la visibilidad de la Generalitat a escala local.
Poner la cara en las prioridades
En todo este tiempo, a modo de ejemplo, a la consellera de Sanitat, Olga Pané, se le ha visto inaugurando el CAP Florida Sud de L’Hospitalet de Llobregat o los quirófanos del hospital de Blanes; a la de Interior, Núria Parlon, visitando el complejo central de los Mossos en Sabadell o los municipios afectados por la DANA; a la de Territori, Habitatge i Transició Ecològica, Sílvia Paneque, visitando obras de la depuradora de Figueres o entregando las llaves de una promoción de pisos de protección oficial en Rubí; y a la de Drets Socials i Inclusió, Mònica Martínez Bravo, visitando una residencia en Calldetenes o poniendo la primera piedra de una en Ripollet. Sanidad, seguridad y vivienda son tres de los pilares de la hoja de ruta del Govern, por lo que el ‘modus operandi’ del equipo de Illa es poner la cara en todas esas prioridades.
El cómputo de toda la actividad de los consellers alcanza los 1.190 eventos. De estos, 633 son actos institucionales, 258 visitas y 248 reuniones públicas, mientras que los 51 restantes corresponden a entrevistas en medios de comunicación. No obstante, la agenda más frenética es la que asume el propio president de la Generalitat, que se ha propuesto multiplicar su presencia en todos los frentes y reunirse con representantes de toda índole para fortalecer vínculos con todas las administraciones y actores políticos, económicos y sociales, que considera que se habían perdido o lastrado en los últimos años, además de ser esta una estrategia para ganar centralidad y consolidarse más allá de un mandato. Solo en sus 100 primeros días en la Generalitat, que se cumplieron el pasado 18 de noviembre, Illa acumulaba 150 actos y 80 reuniones.
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El president tiene entre ceja y ceja, especialmente, estrechar lazos con los municipios, a los que quiere hacer partícipes de toda su acción gubernamental con independencia del color político de sus ayuntamientos. En cada acto fuera de Barcelona aprovecha para reunirse con el alcalde de turno, ha recibido en el Palau a las principales entidades municipalistas -la Federació de Municipis de Catalunya (FMC) y la Associació Catalana de Municipis (FMC)- y las ha hecho partícipes de planes como el de la movilización de suelo público para construir nueva vivienda, una de las principales carpetas del mandato.
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