La Mesa del Parlament es la única gran institución que todavía lidera el independentismo, después de haber perdido la Generalitat en las elecciones de mayo de 2024. La llegada de Josep Rull (Junts) a la presidencia del órgano rector fue el resultado de un acuerdo ‘in extremis’ entre su partido, ERC y la CUP, que se había fraguado previamente en una reunión en Suiza entre el expresident Carles Puigdemont y la entonces secretaria general de ERC, Marta Rovira. La maniobra logró que el soberanismo se uniera para ostentar con mayoría la dirección de la Cámara catalana, que convive ahora con un Govern socialista en el Palau de la Generalitat y que está formada por tres diputados del PSC, dos posconvergentes y dos republicanos.
En la práctica, este escenario ha acabado siendo una conjunción de intereses más que un contrapoder a Illa, y así lo evidencia el balance de estos primeros cuatro meses de convivencia. La Mesa sí ha logrado desmarcarse en algunos asuntos de las preferencias del partido del Govern, el PSC, que no ha podido impedir que el Parlament albergase actos relacionados con el independentismo. Entre ellos, la celebración del décimo aniversario de la consulta del 9-N -algo sobre lo que los miembros socialistas del órgano rector votaron en contra-; o la declaración institucional de Rull el día que se conmemoraban los siete años del referéndum del 1-O, que tuvo lugar en el despacho presidencial sin la presencia de los tres representantes del PSC.
Es precisamente en estas ocasiones cuando el jefe del Parlament aprovecha su altavoz para reivindicar la “falta de normalidad” por los “diputados exiliados” y recuerda que el “conflicto político” permanece. Con esta estrategia, Rull pretende dar visibilidad al independentismo más allá del relato partidista en los pocos espacios donde el movimiento todavía mantiene su unidad: los actos institucionales. Además, tiene una agenda repleta de actos por todo el territorio en el que afianza su papel institucional.
Limitaciones del independentismo
En cuanto a la actividad parlamentaria, el poder independentista de la Mesa es limitado al no contar con una mayoría en el hemiciclo, por lo que no ha logrado interrumpir ni modificar el día a día de la actividad parlamentaria ni el plan del Govern en el hemiciclo. Sin embargo, los cuatro miembros de la segunda institución de Junts y ERC sí han podido sacar adelante algunas iniciativas menores relacionadas con el soberanismo. Ejemplo de ello es la controvertida propuesta de resolución en favor de activar la declaración de independencia, presentada por Aliança Catalana, que el órgano rector admitió a trámite, pese a que tanto Vox como el PSC registraron una petición para retirarla por falta de legalidad. Esta iniciativa acabó en polémica porque, durante su votación en el debate de política general, Junts se abstuvo, saltándose así el cordón sanitario a la extrema derecha.
En los próximos días, también podría admitirse a trámite una Iniciativa legislativa Popular (ILP) presentada por Solidaritat Catalana para que la Cámara declare la independencia, un asunto que está ahora congelado a petición de los promotores que piden reunirse antes con los grupos que forman parte de la Mesa y que, además, en caso de tener luz verde, no saldría adelante al no haber mayoría independentista en el hemiciclo. Estas dos cuestiones, desde el punto de vista parlamentario, son los únicos pasos que ha dado el independentismo en el Parlament y que han requerido el apoyo necesario del órgano rector.
La batalla del voto a distancia
Más allá del impacto en la actividad parlamentaria o en los actos institucionales, el hecho de que haya una Mesa independentista sumada al Govern en minoría del PSC ha propiciado que el Parlament saque adelante asuntos que habían quedado atascados en pasados mandatos. Así, la reforma del reglamento del hemiciclo que garantiza de forma definitiva el voto telemático de los diputados que viven en el extranjero -actualmente Puigdemont y el exconseller Lluís Puig, pendientes de si se les aplica o no la ley de amnistía al delito de malversación- prosperó con los votos del PSC, Junts, ERC, Comuns y la CUP. Esta cuestión había sido un tema espinoso en la pasada legislatura porque el órgano de entonces aceptaba la delegación de estos votos sin que hubiera un marco legal, algo que los socialistas habían llegado a elevar al Tribunal Constitucional, y que de haber habido una Mesa con mayoría del PSC en este nuevo Parlament, probablemente no se hubiera planeado.
[–>
No es un detalle menor que la convivencia entre la primera y la segunda institución en Catalunya haya estado marcada también por la buena relación y “el respeto institucional” entre el president Salvador Illa y Rull. Esta cordialidad, que ambas partes confirman, dista mucho de la tensión que se respiraba en la Cámara cuando la posconvergente Laura Borràs presidía la Mesa con Pere Aragonès al frente de la Generalitat, especialmente tras la salida del Govern de Junts en octubre de 2022. El estilo confrontativo de Borràs, quien trataba de ejercer cierta oposición al Ejecutivo republicano desde su asiento en la Mesa, contrasta ahora con la serenidad de Rull. El fin del monopolio independentista en las instituciones ha dado paso a una tregua entre el Parlament y el Govern.
Suscríbete para seguir leyendo