«Oreo fue mi mejor amigo mientras crecía», dice Brian Haré. Si Hare quería perfeccionar sus habilidades de lanzamiento de béisbol, su labrador asumía con entusiasmo las tareas de fildeo. Si decidía explorar los bosques cercanos, Oreo sería un compañero siempre dispuesto. Pero había un lugar donde el niño y el perro siempre se separaban. “Oreo nunca puso un pie en nuestra casa. Ni una sola vez”, dice Hare.

Hoy en día, la puerta de entrada ya no está cerrada para la mayoría de los perros en los países de ingresos más altos, y muchos pasan sus días relajándose en los sofás y mirando televisión. Pensarías que serían en el cielo de los perritos. Pero Hare, un antropólogo evolutivo de la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte, cree que el desarrollo los ha dejado en la perrera. Durante milenios, dice, esperábamos que los perros vigilaran nuestra propiedad y protegieran a nuestra familia durante la noche. Ahora tenemos un conjunto diferente de expectativas. No sólo queremos que nuestros perros de interior sean amigables con los extraños y descansen tranquilamente durante la noche, sino que también deben responder al entrenamiento para ir al baño. abstenerse de perseguir a otros animales y mantener los pies sucios alejados de la tapicería. «Es un desajuste evolutivo», dice Hare.

La buena noticia es que este problema tiene solución. Una gran cantidad de estudios recientes indican que la cría selectiva y un entrenamiento cuidadoso pueden ayudar a los perros a adaptarse a la vida interior. Mientras tanto, Hare y su equipo han creado una “jardín de infantes para cachorros” en su laboratorio para profundizar en los comportamientos requeridos y arrojar nueva luz sobre los hitos del desarrollo cognitivo de los perros. Mejor aún, los investigadores han ideado técnicas…