Sei 218317627.jpg

El Alzheimer es, con toda razón, una de las enfermedades más temidas de la vejez. Priva de la memoria a las personas, genera una enorme tensión en sus cuidadores y supone una enorme carga financiera tanto para las personas como para la sociedad. Decenas de millones de personas ya tienen un diagnóstico y, si las proyecciones son correctas, esa cifra se duplicará para 2050.

Hasta hace poco, no parecía haber esperanzas de evitar esta catástrofe, pero el rápido progreso médico ha planteado la posibilidad realista de que Alzheimer puede ser tratada y eventualmente erradicada (ver, Cómo un nuevo tipo de vacuna podría llevar a la erradicación del Alzheimer).

Uno de los primeros de una nueva clase de drogas El lecanemab ya está causando revuelo, pero no siempre por las razones adecuadas. La semana pasada, la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios del Reino Unido aprobó un medicamento llamado lecanemab. Pero NICE, un organismo que asesora sobre la relación coste-eficacia de los nuevos tratamientos, ha emitido una decisión preliminar según la cual no se financiará con fondos de los contribuyentes en Inglaterra. Todavía no se han tomado decisiones para el resto del Reino Unido.

Obviamente, se trata de una píldora amarga de tragar para las personas con Alzheimer y sus seres queridos, pero en el gran esquema de las cosas, es una buena noticia. Lecanemab no es un fármaco especialmente eficaz (sus beneficios son modestos, puede tener efectos secundarios graves y es caro), pero demuestra que ahora comprendemos las causas del Alzheimer y podemos tratarlas. Esto se ve reforzado por el hecho de que el fármaco también ha sido aprobado en Estados Unidos y Japón, aunque la Agencia Europea de Medicamentos lo ha rechazado.

Por lo tanto, el camino está prácticamente despejado para la próxima ola de medicamentos que ataquen las causas del Alzheimer, que podrían estar listos alrededor de 2030. Se trata de vacunas – no en el sentido tradicional de proporcionar inmunidad contra enfermedades infecciosas, pero funcionan básicamente de la misma manera, provocando una respuesta inmunitaria, en este caso contra las proteínas mal plegadas que causan los síntomas del Alzheimer. Las primeras serán vacunas terapéuticas para ralentizar o detener la progresión de la enfermedad, pero la próxima generación será profiláctica, diseñada para evitar que se desarrolle. Al final, el único recuerdo que se desvanecerá será el del propio Alzheimer.